2006-02-01

“Cristianos: ¡Muertos Vivos!”

Devoción en el Hogar Luterano de Estudiantes Edie Jorns.
04/07/05


Lecturas: Sl 119.153-160; Ro 6.1-11; Mt 10.34-39
Tema: “Cristianos: ¡Muertos Vivos!”

Que Dios Padre, y Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo nos guíe en esta reflexión. Amen.

¿Ustedes ya miraran la película “La Momia? En esta película miramos un “muerto vivo”, ¡una persona que ya murió, pero vive!
¿O que ustedes me dirían si yo hablar que los cristianos son como una momia? ¡Muertos vivos!
Déjame explicar: El Apóstol Pablo dice en Ro 6.11: “Así también ustedes considérense muertos respecto al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús.” Es en este sentido que yo digo que los cristianos son “muertos vivos”. Muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo.
Sin embargo, no podremos decir esto siempre. Porque al nacer todas las personas son al revés: “Vivos al pecado y muertos para Dios”. El Salmo 51.5 dice: “En verdad soy malo desde que nací; soy pecador desde el ceno de mi madre.” Y en Ro 3.23: “pues todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios". Pero, no es la voluntad de Dios que permanezcamos así. Dios quiere que seamos muertos para el pecado y vivos para Él. ¡Por eso Dios nos regala la fe! Y esto regalo de Dios (la fe) viene hacia nosotros de dos maneras: Por la Palabra y por los Sacramentos.
La palabra de Dios y sus sacramentos (Bautismo y Santa Cena) cambian nuestras vidas de “Vivos al pecado y muertos para Dios” en una vida de “Muertos al pecado y vivos para Dios”.
Esta nueva vida regalada por Dios a nosotros no significa una vida sin problemas, sin aflicciones, sin cruces. En San Mateo 10.38 está escrito: “Y el que no toma su cruz y mi sigue, no merece ser mío”.
Nuestras vidas tienen cruces, dificultades, problemas, principalmente cuando hablamos de la vida de cristianos, de personas que tienen fe. La vida das personas en el mundo es como una hoja al viento, o en las manos de personas que no tienen cuidado. Luego se queda arrugada, arruinada. Pues el mundo, el diablo y nuestra carne son nuestros mayores enemigos. Quieren arruinar nuestras vidas, quieren de cualquier forma nos matar para Dios. Nos atacan con tentaciones, probaciones, y otras cosas que hacen con que nos alejemos de Dios y nos cercamos del pecado.
Pero, no estamos solitos en este mundo, tenemos Jesús al nuestro lado, dándonos fuerzas con sus promesas: Jesús promete: “…pero el que pierde su vida por causa mia, la salvará.” (Mt 10.39) y en Ro 6.8 “Si nosotros hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él.”
Hermanos, procuremos estar muertos al pecado y vivos para Dios. Así, nuestra vida terrena, no más estará destruida y si, tendremos nueva vida en Cristo. Cambiados en flores en el Jardín de Dios en el Cielo. Amen.

Rev. Igor Marcelo SchreiberZacapa, Guatemala - C. A. 22-06-05

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